En
continuidad con algunas líneas de reflexión planteadas en la propuesta
bibliográfica del curso virtual "Creá, publicá y compartí: La Web 2.0 en Educación" sobre las oportunidades y
los desafíos que se abren en el contexto educativo a partir de la introducción
de las TIC, partiré de la pregunta que plantea David Wiley acerca de “¿cómo
hace la educación formal para permanecer relevante para sus alumnos?”.
Parecería
que la institución educativa se encuentra frente a la gran oportunidad de
problematizar sus métodos de enseñanza y de generar alternativas para el
desarrollo de aprendizajes significativos para niños y jóvenes. En este
sentido, las propuestas de la web 2.0 favorecen y se orientan hacia la selección y
producción de contenidos y el trabajo colaborativo. Estas modalidades pueden
convertirse en el terreno fértil para la formación participativa y
significativa, ahora bien, podría pensarse que uno de los desafíos más
contundentes aparecen ligados a la promoción de la responsabilidad, el
desarrollo del pensamiento crítico que favorezca el protagonismo en los
procesos de información y comunicación a la hora de publicar y compartir.
La
modalidad propuesta por las herramientas de la Web 2.0 en la cual los usuarios se encuentran habilitados
para la creación de contenidos implica que puedan convertirse en sujetos
activos de la producción a partir de nuevos vínculos entre “producción de
contenidos y consumo de contenidos” y la producción colectiva bajo las formas
colaborativas.
No obstante, todo este complejo
proceso de transformaciones tiene lugar no exento de complejidades y
contradicciones y seguramente, se encuentre con la necesidad de sortear ciertos
obstáculos para la construcción de categorías éticas vinculadas lo público y lo
privado-íntimo, estéticas, de organización espacio-temporal, entre otras.
El trabajo y el proceso
formativo en contexto de las tendencias culturales contemporáneas implican
fuertes transformaciones en cuanto al modo en que se organizan el espacio y el
tiempo, ya que el tiempo de la simultaneidad y el tiempo fragmentado, multitasking
y el acceso desde múltiples espacios puede favorecer el desarrollo de nuevas
habilidades y capacidades cognitivas,
pero también puede convertirse en una actividad que inunde todos los
espacios y tiempos de la vida cotidiana y que afecte negativamente la salud
psico- fìsica de jóvenes y adultos.
El desarrollo de la
responsabilidad, el pensamiento crítico y el protagonismo de los sujetos en sus
propias vidas parecerían recursos fundamentales para que las transformaciones
culturales y sus manifestaciones en cuanto al “fluido de
contenidos” no arrasen con la vida y la salud de las personas, para que los sujetos sean los agentes del cambio. Y aquí el desafío para la institución
educativa, en términos de Castells, quedaría del lado de la dimensión cultural
de estas transformaciones, y las apuestas
involucran a las reflexividades y al protagonismo de los estudiantes y al rol de
los docentes para favorecer que estos procesos no se produzcan de un modo ingenuo, sino que
contribuyan a una verdadera cultura participativa.
Hola, Natalia. Coincido en la necesidad de hablar de una "verdadera" cultura participativa, y pienso que la participación debe ser pensada desde la interacción. De nada sirve si yo "participo" tirando un comentario de manera solipsista y unidireccional.
ResponderEliminarPor otra parte, temo que uno de los riesgos de la participación colectiva es que se vuelva una mera suma de intervenciones individuales...
¡Es fascinante para mí el concepto de trabajo participativo en educación, Natalia! Como afirmás, el desafío para aquellos que integramos la institución pedagógica es problematizar nuestra labor y, justamente la Web 2.0 proporciona herramientas tales como este blog que estamos usando, para intercambiar puntos de vista y reflexiones a partir de las lecturas que realizamos. Copio aquí un pensamiento que considero pertinente:
ResponderEliminar"La inteligencia distribuida surge de la acción, de la participación comprometida del individuo en un escenario socialmente compartido" (Salomon: 1993)